Dr. Gabriel Saldías Rossel
Vicerrector de Investigación y Posgrado, UCT
En el contexto de discusión de la ley de presupuesto 2025, actualmente en curso, resulta importante recordar que el valor del conocimiento excede, con mucho, los indicadores tecnológicos o aplicados tradicionalmente asociados a este. La producción de conocimientos es central para la toma de decisiones informada y para otorgar certezas y garantías a las instituciones y a la ciudadanía en su conjunto. Es por esta razón que las universidades son, año tras año, calificadas como una de las instituciones que mayor confianza generan en la población, pues reflejan la convicción de que el conocimiento, cuando está bien elaborado y es adecuadamente gestionado e implementado, a través de garantías de financiamiento seguras, conduce mejoras sustanciales en la calidad de vida de todos y todas.
Es, sin duda, el mismo principio que impulsa a los parlamentarios y parlamentarias a buscar asesorías de expertos y expertas al momento de discutir proyectos de ley o conformar Consejos, de igual forma como se acude a las universidades en todos los niveles de gestión pública cuando resulta necesario realizar un estudio o transferir sus resultados a la comunidad. El valor del conocimiento, en suma, se expresa en la confianza irrestricta que este genera en la población, lo que debiera considerarse como una característica trascendental al momento de realizar cualquier proyección presupuestaria, especialmente en lo que se refiere a los fondos estructurales en investigación destinados a las universidades que continúan, aún después de dos años, en una triste incertidumbre.
Queda esperar que los responsables de planificar la próxima ley de presupuesto lo hagan con confianza en el conocimiento y en las instituciones que tenemos por misión garantizar su avance y desarrollo.